UN MUNDO PARA TODOS

¿Quien no puede subir una rampa o bajar una pendiente?¿Quien no puede pasar por una puerta de más de 70 centímetros de ancha?¿Quien no puede pisar un terreno liso? ¿Quien no puede circular por una acera ancha? Todos podemos hacerlo, pero si las puertas son estrechas, por regla general las de cuarto de baño, un lugar imprescindible para TODOS, son de 60, y una silla de ruedas no puede pasar, como tampoco puede dar saltitos, y las ruedas no suben para salvar escalones... A nadie benefician estas injusticias y discriminación negativa.

HAGAMOS UN MUNDO PARA TODOS. Entre TODOS podemos conseguirlo. ¿Te animas?

martes, 3 de marzo de 2009

ESCALONES EN LAS IGLESIAS

¿Nos han visto? Sentados sobre estos extraños artefactos, que parecen sillas, pero que en vez de patas tienen ruedas... No nos ponemos de pie ante nadie, ¡ni siquiera ante SU ILUSTRÍSIMA EL SEÑOR OBISPO!... ¿Que descaro verdad?...

No somos extraterrestres, ni tampoco “bichos raros”, somos hombres, mujeres, ancianos, niños, de todas las razas y partes del mundo, lo que mal llaman “inválidos”, y que quizá por este mismo concepto, nos impiden participar en cualquier actividad de la Iglesia, a la que deberíamos pertenecer todos sin excepción...
Nombres anónimos para pagar, eso sí, muy altos impuestos, de los que una parte vive La Iglesia, una comunidad, de sacerdotes, monjas y laicos, que nos rechazan, pero no dudan en mentarnos en los oficios religiosos y para solicitar limosnas en nuestro nombre... Para eso si existimos...

¿No les da vergüenza, que además de los que vivimos en esta isla, además de millones de turistas que nos visitan anualmente, no puedan entrar todavía en nuestros edificios religiosos? ¿No les preocupa que pensarán, al volver a sus respectivos paises sin haber podido entrar cuando fueron a ver, por ejemplo La Catedral, ¿Acaso no somos también cristianos?

He buscado, en los Evangelios, algún versículo que narre como Jesucristo prohibiera que los discapacitados se acercaran a El, no tan solo no lo encontré, sino que pude alegrarme al comprobar, que en vez de apartarlos, ¡los curaba!...

Cierto, algunas iglesias tienen rampa de acceso. Como Santa Catalina Tomás, por ejemplo. Subes por un pasillo muy atractivo, parece incluso que no hay demasiada inclinación, y arriba da una giro de 90º, y cuando ya no hay espacio para dar la vuelta, abres la pesada puerta y paf, ¡directamente con los dientes desparramados por el suelo porque hay un escalón de por lo menos veinte centímetros, que ya no puedes esquivar... En San Jaime, por ejemplo, hay una empinada rampa para acceder a lo más alto del escalón, visto desde la calle, abres la puerta y lo mismo, treinta centímetros de mortal desnivel, entre el escalón de piedra y la puerta... Para su información, con las sillas de ruedas convencionales, el 99% de las existentes, no se puede bajar de frente porque con el peso de la silla, más el de su usuario, más el ímpetu del empujón, imprescindible para subir la terrible pendiente anterior, hacen que las ruedas delanteras de giro libre, se alineen y vuelcan, lanzando bruscamente su carga sobre el religioso suelo, y en vez de cantar salmos, acabas murmurando improperios graves en la cola de urgencias.

¿Porqué los niños inteligentes que no pueden caminar, no son admitidos en colegios religiosos? ¿Que pasa cuando un cura o una monja, que pudieron pronunciar sus votos cuando aún caminaban se accidentan o enferman y se ven obligados a usar silla de ruedas? ¿Se les expulsa? ¿Como pueden subir y bajar las elegantes escalinatas de sus edificios emblemáticos?

Mi parroquia, la del SAGRADO CORAZÓN, es muy bonita, se han gastado una verdadera fortuna recientemente en embellecerla y en una campana enorme que cuando la tocan, se oye desde todo el barrio... Solo tiene un leve escalón doble que me impide la entrada, no puedo asistir ni a los funerales, y cuando se muere algún vecino amigo mío ¡ quedo fatal ante la desconsolada familia por no ir a sus excequias teniendo tan cerca de mi casa el Templo!... Hace veintidós años que estoy pidiendo que quiten esta pequeña barrera, e incluso un buen amigo se ofreció para pagar los gastos que conllevara la adaptación, pues sigo sin poder entrar. Además, una vez que me entraron, levantándome con silla y todo, entre cuatro personas, luego resultó que no hay ningún espacio donde pueda aparcar con la silla de ruedas, no me quedó más remedio que bloquear un pasillo y cada vez me decían. "aqui no puede estar" ..., mientras me daban bruscos empujones sin ningún miramiento, como si en vez de un feligrés, yo fuera un saco de patatas mal colocado.
El consuelo de la religión, no se le puede negar a nadie, ¿porque nos lo niegan a nosotros que lo necesitamos tanto?

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