Este título, no es una exageración, a pesr de que ya hace unos diez años que terminó el plazo para adaptar las entradas en los sitios públicos, para que pudieramos entrar TODOS, seguimos, al menos en Palma de Mallorca,España, que es donde me muevo habitualmente, sin poder entrar en la mayoría de establecimientos religiosos...
El día 15 de Septiembre, hizo veinticinco años que vine a vivir en la casa que aún vivo. Es un barrio encantador, que más parece un pueblecito, las casa son de una o dos plantas como máximo y uifamiliares, lo primero que hice fue pedirle al párroco de entonces, cuando vino a visitarme; ahora está recién jubilado, que pusiera una rampa o mejor aún, suprimiera el pequeño doble escalón de acceso al templo.
Ahora también se lo pedí al nuevo párroco, amigos míos han estado dispuestos incluso a hacer la obra sin cobrar y pagar de su bolsillo los materiales, se negó.
Cuando mueren mis vecinos, no puedo ir a los funerales, ¡quedo fatal!; sumergidos en su dolor particular, a nadie se le ocurre que no puedo saltar sobre el obstáculo, tampoco puedo ir a comuniones, bautizos, celebraciones ni ningún tipo de evento.
¿Tendré que elevar al Santo Padre, mi solicitud para entrar en la parroquia que geograficamente me corresponde?