UN MUNDO PARA TODOS

¿Quien no puede subir una rampa o bajar una pendiente?¿Quien no puede pasar por una puerta de más de 70 centímetros de ancha?¿Quien no puede pisar un terreno liso? ¿Quien no puede circular por una acera ancha? Todos podemos hacerlo, pero si las puertas son estrechas, por regla general las de cuarto de baño, un lugar imprescindible para TODOS, son de 60, y una silla de ruedas no puede pasar, como tampoco puede dar saltitos, y las ruedas no suben para salvar escalones... A nadie benefician estas injusticias y discriminación negativa.

HAGAMOS UN MUNDO PARA TODOS. Entre TODOS podemos conseguirlo. ¿Te animas?

viernes, 23 de julio de 2010

ORTOPEDIAS, UN SISTEMA MAFIOSO Y LEGAL

En veinticinco años de vida tetraplégica ya tuve que comprar la quinta silla electrónica, no es que duren poco, son más caras que los coches, pero !nadie las quiere arreglar!, he comprobado, demasiadas veces cuanto voy a exponer a continuación...

No quiero alargar el artículo porque como dijo Gracián, lo bueno si breve, dos veces bueno, pero la historia de abusos y vejaciones altamente remuneradas, viene desde Enero del 1977, y desde entonces hasta el día de hoy, entre artículos y reparaciones, ya me han cobrado la bonita suma de veinticuatro mil €. Por lo que creo honradamente que ni yo, ni ninguno de los cientos de minusválidos que hemos dependido de ellos en este tiempo merecemos, el despotismo con que nos trata Antonio Ferragut y su familia...

Hace tres años, adquirí a esta casa, una silla electrónica, la última por ahora, ya me hicieron muy mal la factura y no me la quisieron pagar los de la Seguridad Social, tuve que esperar un año y renovar la solicitud, que al final cobré, pero nadie me reembolsó los intereses del crédito bancario, que tuve que solicitar y pagar por que la mencionada familia, aún siendo de ellos el grave error, no quiso esperar a cobrar.

Las ruedas delanteras se estaban desmontando y haciendo los desplazamientos muy peligrosos. En varias ocasiones, le pedí por las buenas que me cambiara estas ruedas y estuvo casi un mes dando largas, hasta que le grite solo entonces vino y las cambió. Aproveché para mencionarle que quería una cubierta y una cámara de repuesto por si pinchaba. Me dijo que aún quedaba mucho neumático y que no me preocupara. El temor a que se pinche una rueda y quedarme tirada me ha obligado a dejar casi todas mis actividades de antaño, he perdido muchas amistades que no comprenden este temor y me he quedado aislada y depresiva... Hace dos años le pedí que me cambiara las cubiertas para poder ser la de siempre, pero el, o estaba de viaje, o reunido, o de baja, o de vacaciones. ¡Ah! Para verlo tengo que personarme en el taller a las 8,30 de la mañana, ni antes ni después, esté o no esté. Ciertamente el miedo a no poder volver me ha frenado el impulso de presentarme a diario, está relativamente lejos, porque en silla de ruedas e invadiendo siempre la calzada en hora punta, todas las distancias son muy largas, y no me puedo subir a unas aceras que o tienen un palmo de altura o una sola rampa en quien sabe donde, o postes y obras de todo tipo en medio.

EL Lunes 19 de Julio 2010, la rueda derecha trasera amaneció completamente vacía. De su teléfono lo único que oí, fue un mensaje de su propia voz, explicando que está de vacaciones hasta el 2 de Agosto. Llamé pues al taller, su madre me dijo que no podía ayudarme, solo había un operario arreglando un coche que debía entregar inmediatamente, que le llevara la silla y ya vería cuando podría verla. Lo sabe de sobrar pero le expliqué que yo estaba sentada en ella y sola en casa, que no me podía mover, ni ir a beber agua ni a abrir la puerta ni a nada. Me contestó que debería tener otra silla por si acaso. No la tengo porque no la quieren arreglar y por eso tuve que comprar esta, pero le contesté: "Debería muchas cosas, pero también debería poder caminar y no tener que comprar sillas de ruedas"... Me colgó.

Después de muchas llamadas, me prometió que pediría unas cubiertas y sus cámaras al proveedor y las tendría en dos días. A los dos días me llamó para preguntarme que modelo y medida, que ya se lo dije el lunes. Desde entonces, por mucho que le llame no descuelga el auricular, me da la callada por respuesta.

He llamado a todos los talleres de neumáticos, y al mencionar silla de ruedas se cierran en banda diciendo que no trabajan con esto, que vaya a una ortopedia. He llamado a todas las ortopedias y me dicen que tengo que recurrir al que me vendió la silla, que está de vacaciones.

Así funciona la mafia ortopédica en mi ciudad. El de las vacaciones, tiene la exclusiva, nadie más que el, puede vender ni gestionar sus artículos sin su permiso y jugosa comisión Los ortopedistas, o venden otras marcas de muy dudosa calidad o tienen que adquirir los artículos a través de el. No pueden coger mi silla y arreglarla porque se verían en problemas.

¿Que hago? ¿Me suicido como Ramón Sampedro?